El Instituto era un caserón inhóspito, sin calefacción, ella nunca llevaba bufanda, salíamos de clase en unos atardeceres de nubes cárdenas, comiendo nuestros bocadillos de pan con chocolate, habíamos inventado una isla desierta que se llamaba Bergai.
«El cuarto de atrás» (1978)
Los libros que ahora busco
Los libros de poesía que perdí
ahora no los encuentro
en esta tarde rota.
Es su venganza.
«Después de todo. Poesía a rachas» (1993)
Cuando vivimos, las cosas nos pasan; pero cuando contamos, las hacemos pasar; y es precisamente en ese llevar las riendas el propio sujeto donde radica la esencia de toda narración, su atractivo y también su naturaleza heterogénea de los acontecimientos o emociones a que alude.
«La búsqueda de interlocutor» (1974)
https://lectura.social/book/2203/s/la-busqueda-de-interlocutor
Let it Be
Hicimos, Rafael,
barquitos de papel,
los lanzamos al río,
no están aquí ni allí.
Lo que se fue no está,
lo que venga vendrá,
nada es tuyo ni es mío,
let it be.
«Después de todo. Poesía a rachas» (1993)
Yo, muchas veces, me quedaba atrás mirando el rótulo de alguna calle que parecía llevar a otro sitio. «¡Vamos, hija!, ¿qué miras?», «Nada, esa calle, ¿por qué no vamos por ahí?» envidiaba a la gente que se metía por bocacalles desconocidas, tal vez camino de Cúnigan.
«El cuarto de atrás» (1978)
Solamente se oía el hilo del agua cayendo al pilón y un lejano croar de ranas. Blanqueaba la fuente con su respaldo labrado en piedra, ancho y firme, como un dique contra el que vinieran a estrellarse, con los estertores de la tarde, los afanes de seguir andando y de encontrar algo más lejos. Se diría, en efecto, que en aquella pared se remataba cualquier viaje posible; era el límite, el final.
«Retahílas» (1974)
[…], fíjate el esfuerzo que supondría escribir esto mismo que ahora te voy diciendo, qué pereza ponerse y las vacilaciones, y si será correcto así o mejor será de esta otra manera, si habrá repeticiones, si las comas, para sacar un folio o folio y medio hay veces que sudamos tinta china, y en cambio, así, nada, basta con que un amigo te pida «cuéntame» para que salga todo de un tirón.
«Retahílas» (1974)
A quien dices tu secreto, das tu libertad.
«Caperucita en Manhattan» (1990)
No valen de nada los criterios cronológicos para evocar el tiempo pasado.
«Ritmo lento» (1962)
[…], fíjate el esfuerzo que supondría escribir esto mismo que ahora te voy diciendo, qué pereza ponerse y las vacilaciones, y si será correcto así o mejor será de esta otra manera, si habrá repeticiones, si las comas, para sacar un folio o folio y medio hay veces que sudamos tinta china, y en cambio, así, nada, basta con que un amigo te pida «cuéntame» para que salga todo de un tirón.
«Retahílas» (1974)
Las chicas hablaron de cómo habían estado las fiestas, del baile del Aeropuerto, que había sido de ensueño. Que con los aviadores por medio, no se aburría nadie. Todo en buen plan, ni mucha luz ni poca, ni mucha bebida ni poca, sobrando chicos y una selección... Que al Casino ya no se podía ir con la plaga de las nuevas porque ellas se acaparaban a todos los chicos solteros.
La guerra casi nadie la mentaba entonces, ni para bien ni para mal, si bien en nuestras casas resultaba ese silencio de la pesadumbre por tantas catástrofes y del deseo de conjurarlas, mientras que allí en la Facultad era poco o nada sintomático, un rasgo de inconsciencia propia de la edad que teníamos. No eran tiempos de politización como ahora sino de olvido.
«La búsqueda de interlocutor» (1974)
https://lectura.social/book/2203/s/la-busqueda-de-interlocutor
–Esta tarde, por ejemplo, es distinta a cualquier otra y nunca se repetirá. Y cuando tú y yo seamos viejos, ni siquiera nos acordaremos. Es imposible apresar el tiempo, ¿no te parece?
«Entre visillos» (1958)
Libros y papeles
A paso de hormiga,
despacito, hermana,
y por tus rieles.
Manta zamorana
que pesa y no abriga,
libros y papeles.
«Después de todo. Poesía a rachas» (1993)
A andar por andar, a caminar sin prisa trenzando la mirada con el paso, aprendí en Salamanca.
«Coto cerrado de mi memoria» (2002)
https://lectura.social/book/9592/s/coto-cerrado-de-mi-memoria
También las indecisiones se toman, también dejar de hacer es una forma de hacer.
«Lo raro es vivir» (1997)
Desde el puente viejo vi anochecer. Estaban amarillos los álamos de la islita y se fueron poniendo grises hasta que parecían el fondo medio borrado de un dibujo. A cada paso de personas que oía detrás de mí, estaba esperando que fuera él y que viniera a ponerse de codos allí a mi lado, pero casi siempre era gente con burros, o mujeres que volvían al arrabal andando deprisa.
«Entre visillos» (1958)
El Instituto era un caserón inhóspito, sin calefacción, ella nunca llevaba bufanda, salíamos de clase en unos atardeceres de nubes cárdenas, comiendo nuestros bocadillos de pan con chocolate, habíamos inventado una isla desierta que se llamaba Bergai.
«El cuarto de atrás» (1978)
Espiga sin granar
Nunca me acerco tanto a ser mujer
como cuando abandono mis palabras,
repliego el abanico
tras el que ensayo risas de gioconda,
desciendo del tinglado de mis gestos
por peldaños estrechos y gastados
y me quito en silencio, a oscuras,
los adornos.
«Después de todo. Poesía a rachas» (1993)
El Instituto era un caserón inhóspito, sin calefacción, ella nunca llevaba bufanda, salíamos de clase en unos atardeceres de nubes cárdenas, comiendo nuestros bocadillos de pan con chocolate, habíamos inventado una isla desierta que se llamaba Bergai.
«El cuarto de atrás» (1978)