Eran las 2:02 de la mañana del 9 de diciembre cuando Daniel detuvo el automóvil, frente a las puertas del Panteón San Lorenzo Chimalpa, en el Estado de México. “¿Y ahora?”, preguntó a su hermano Hugo. La carroza fúnebre se estacionó tras ellos (iban adelante para evitar la pestilencia que escapaba del ataúd).
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