El golem del rabino Loew se llamaba Ióssel. Los días hábiles realizaba todo tipo de trabajos menudos. Cortaba leña, barría la calle y la sinagoga, y hacía las veces de perro guardián por si los jesuitas intentaban cometer alguna fechoría. Sin embargo, al llegar el Shabat su amo le quitaba el shem y lo dejaba un día sin vida, porque todas las criaturas de Dios han de descansar durante esa jornada.