En días de comida familiar el reto es escapar de las discusiones de política o religión. Como en las reuniones masónicas pero a menor escala.
Nunca falta el cuñado/tio, que estos años ha sufrido una deriva conservadora extrema, el abuelo que dice que él siempre fue de izquierdas pero que ciertas moderneces no las entiende y que Feijoo le parece "buena persona, y eso es lo que cuenta", el sobrino/hermano/a pequeño que está en modo "true left" y que todo el sistema le parece una porquería y la abuela que está en modo zen, mezcla hipppie - católica. Todo el mundo va a soltar simplezas del tamaño de un mamut, y ni se te ocurra usar datos o plantear matices.
Manual de supervivencia:
- Activar conversación de ascensor: "Eso es como todo", "Al final ya se sabe" y "El tiempo anda loco eh"
- Masticar lento y sin parar para tener la boca siempre ocupada.
- Plantear temas alternativos interpelando a otro comensal directamente.
- Fijarte en un punto de la pared.