Me habían llegado buenas palabras por todos lados sobre Pedro Lemebel.

Ahora puedo decir que me uno a ellas, que celebro este descubrimiento como un niño que prueba por primera vez el chocolate. Y le gusta, cómo le gusta lo que siente en la boca, en todo el cuerpo, hay una sensualidad especial en ese sabor nuevo, un mundo que se abre.

Qué lengua, oíga, la de Lemebel. Lengua suelta, despierta y afilada, consciente y peleona, lengua marica y contestataria, informe y disconforme. Vivísima.

Todo un descubrimiento este libro de crónicas que es 'Poco hombre', editado con primor por Las Afueras.

Próxima parada su novela 'Tengo miedo torero'. Ya os contaré.

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